En este tiempo, la red se ha llenado de vídeos-parodia y de
fotomontajes de todo tipo a cuenta de los gestos espasmódicos que exhibían Caballé
y Raphael. Este último parece que todavía no ha dicho “esa boca era mía”, nunca
mejor expresado, aunque no salió más airoso del trance que la primera.
La sin par Montserrat apunta al maquillaje como causa y
asegura que el resultado ha sido cómico, aunque la mayoría lo calificaríamos de
tragicómico o, directamente, de espantoso. Pero me sorprende que no se haya
dado cuenta hasta ahora. ¿Por qué no ha hablado antes? Dado su prestigio,
podría haber exigido otro trato y habernos ahorrado, de paso, semejantes
escenas. No obstante, si el objetivo era dar la campanada antes de Nochevieja…
lo han conseguido con creces. Por cierto, y aunque los responsables se sigan
negando a decirlo públicamente, insisto: ¿cuánto ha costado esta broma?