jueves, 26 de abril de 2018

Juicio público a “La manada”


No sé para qué queremos tribunales de justicia si ya el ciudadano de a pie se dedica a juzgar y a condenar a los delincuentes desde su sofá. Para ello no necesita saber de leyes ni tener toda la información sobre el caso a su alcance (¿quién ha visto el famoso vídeo de 96 segundos o ha leído el sumario del caso?, ¿alguien conoce a la víctima?), le basta con su propia opinión y con retazos de los hechos de los que va haciendo acopio por las redes sociales, etc. De facto, desde que la noticia de la presunta violación saltó a la palestra, estos 5 individuos ya estaban sentenciados y condenados por una masa de “ignorantas” e ignorantes a los que poco les importaban las pruebas, los derechos de los acusados, las declaraciones de los unos y de la otra, etc. Para estos jueces del Twitter y la pancarta, el proceso legal era totalmente prescindible, como se ha puesto nuevamente de manifiesto tras la condena a 9 años de los acusados.

No seré yo quien defienda a estos tíos asquerosos de “La manada”, pero desde luego no estoy al nivel de un juez, ni siquiera de un abogado de secano, para determinar si la sentencia ha sido más o menos justa. No he visto el vídeo, no he hablado con la víctima ni conozco lo suficiente el Código Penal. Es decir, no tengo ni puñetera idea de lo que pasó esa noche en Pamplona, como tampoco lo saben el resto de ciudadanos, por eso me abstengo de poner a caer de un burro al tribunal que ha juzgado a los agresores. En este país hemos pasado de no poder estar en desacuerdo con una sentencia porque se consideraba desacato, a que la gente se lance a señalar públicamente, insultar y amenazar a un determinado juez cuyo criterio no le termina de cuadrar. Esto no es progreso sino salvajismo. 

Políticos y periodistas también se lanzan a criticar sin saber ni de qué narices hablan, todos se han vuelto de repente expertos en tribunales por obra y gracia del feminismo. Por cierto, que no eran tan expertos cuando el tema de Diana Quer y la prisión permanente revisable. Os devuelvo la receta, hermos@s: estas cosas, mejor dejar que se enfríen, que en caliente no se piensa ni se decide con claridad.

Y es que ya tenemos aquí de nuevo la doble vara de medir. Según el caso de que se trate, hay que lanzarse a la calle y vociferar impunemente que a los jueces cuyas sentencias no nos gustan habría que echarlos a los tiburones. Claro que sí, guapi… 

A mí que no me busquen para estos circos. Si se quiere defender de verdad a la mujer y/o pedir que se modifiquen las leyes, incluso si se quiere mostrar disconformidad con una sentencia, se hace de otra manera, pero espero y deseo que a nadie se le ocurra, por el hecho de ser yo mujer, identificarme con semejantes hordas.

Edito entrada a 06/05/2018 para añadir este vídeo:

martes, 3 de abril de 2018

Pedro Trapiello se pasa con la mantilla


No se asusten, no es que al ilustre periodista le haya dado un flash, se haya clavado la peineta en la coronilla y echado a la calle por Pascuas. No. Es que la pluma se le ha vuelto a ir de madre y ha escrito sobre lo que sabe y lo que no, sobre lo que es y lo que cree haber oído. Eso sí, todo con mucho desparpajo y gracejo personal. Tanto que se pasa de frenada.
Semana Santa de Málaga

Me parece muy bien, don Pedro, que a usted no le agrade la Semana Santa de otras provincias, incluso que sea motivo de guasa y de chufla para su persona todo lo que tiene que ver con ello, que le sorprenda que algunas mujeres asocien mantilla con feminismo y que esté en desacuerdo con la presencia institucional en las procesiones. Todo eso es más o menos comprensible y compartido por otras personas. Pero seamos rigurosos con los datos y no atribuyamos palabras o actos a quienes nada han dicho o hecho. Usted dice que unas manolas feministas de la “Málaga cañí” defienden el salir de mantilla en las procesiones como una conquista de la mujer. No sé si empezar por las formas poco acertadas o por el contenido totalmente incierto. Resulta, don Pedro, que no han sido las manolas de Málaga las que se han manifestado en este sentido, sino que la información de prensa a la que usted se refiere habla de mujeres de Cádiz y de Sevilla, en ningún momento se nombra Málaga. Por lo que parece, no es más que una fijación de usted con dicha ciudad, porque luego dirige sus humorísticas baterías hacia el Cristo de Mena y sus 200 kilos de peso. Comprenderá, don Pedro, que el que puede, puede; y el que tiene la lengua larga y lo demás muy corto, se queda mirando y rabiando, aunque sea desde la otra punta de España. En Málaga gusta la procesión de los legionarios, y mucho: a propios y a extraños; a españoles y a extranjeros. Por cierto, que en estos pagos “manola” significa lo que significa… A ver cómo le explicaría yo sin entrar en muchos detalles… Lo que viene a ser una paja, vamos. Por cierto, que a mí personalmente no me gusta la mantilla, dicho sea de paso: demasiados trapos negros y un soporte extravagante, en mi opinión, pero esa es otra cuestión.

Siguiendo con el asunto, veo que dispara usted en distintas direcciones pero no habla de la Semana Santa de León. Sí, esa tan necesitada de que se le eche una mano porque, a pesar de ser nada menos que de interés turístico internacional, casi no se come una rosca (http://www.ileon.com/actualidad/082678/el-turismo-hotelero-en-la-ciudad-de-leon-cae-por-segundo-ano-consecutivo-ante-el-empuje-de-otras-alternativas). Así que… menos reírse de los de fuera y más arrimar el hombro con los de su tierra, para los que toda ayuda es poca. Y no con ocurrencias pueblerinas como lo del Genarín, que solo atrae las migajas de una horda de borrachos desnortados, sino potenciando todo lo que pueda atraer al turismo de calidad. Y León tiene mucho para venderse bastante mejor de lo que lo está haciendo.

Artículo original de Pedro G. Trapiello