viernes, 22 de agosto de 2014

Miley Cyrus "la Prohibida"



By Rob Sinclair [CC-BY-SA-2.0

La CNEPR (Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía) ha cancelado la actuación de la Ex Hannah Montana en República Dominicana (disculpad la rima) por considerarla inmoral. Y no han tardado en levantarse voces a favor de la Democracia y de la libertad.

Yo solo puedo decir que la señorita en cuestión me cae como un puntapié en las espinillas. ¿Por qué? Pues porque ha hecho de la vulgaridad más absoluta un negocio a costa de los adolescentes. No me gusta la censura, pero esta chica está utilizando la música como excusa para forrarse a base de escandalizar a jóvenes y adultos con actitudes que, más que obscenas, son de un gusto pésimo. Y de nuevo vuelvo a poner de ejemplo a Madonna. Nunca he sido fan suya, pero la oleada de petardeo que nos asola desde hace un tiempo me está volviendo fervorosa admiradora de la “material girl”. Y es que hasta para provocar hay que tener un cierto estilo y ofrecer calidad. Miley, sin embargo, es un ejemplo más de cantante rubita del montón que haciendo disparates sobre los escenarios consigue llevárselo crudo. Poco creativa debe de ser cuando semejante bazofia es lo único que se le ocurre para llenar las alforjas. Ella sabrá…

La noticia no debería ser que se le prohíba o no salir al escenario ni sus espectáculos horteras, sino que la gente los siga consumiendo. Y ahí es donde entra en juego el marketing, contra el que resulta muy difícil luchar, más aún si hay menores de por medio.

El tiempo pone a más de uno en su sitio y los grandes artistas son admirados durante muchas generaciones. El resto permanecen en la memoria durante bastante menos tiempo y, la mayoría de las veces, no pasan de ser un mal recuerdo.