lunes, 4 de junio de 2018

El “bello Pedro”, presidente


Así es como denomina una publicación alemana al nuevo primer ministro español. O “Pedro el Guapo”, como lo calificó un espectador de La Sexta Noche. Es decir, un galán de telenovela metido a político sin carisma pero solapado y taimado como un zorro. Su objetivo era la Moncloa y no ha parado hasta conseguirlo. Su propio partido lo puso en la puerta de Ferraz y él volvió a colarse por una ventana. Ha pasado de no ser siquiera diputado, a convertirse en presidente del Gobierno de un día para otro. Dicen que no es muy inteligente, pero su astucia y su tenacidad son, sin duda, elogiables en mi opinión. Sin embargo, creo que no le importan demasiado los problemas de este país y el hacer una buena gestión para solventarlos. Quería el poder casi a cualquier precio y ya lo tiene. Y, no obstante, el problema no es él sino los que vienen con él. Al PSOE ya lo conocemos de sobra: Felipe, Zapatero, Chaves... Sabemos de qué pie cojean y qué puede esperarnos con ellos. Pero ¿qué hay de las nuevas incorporaciones, los comunistas radicales travestidos de socialdemócratas, con más ansia de poder que el propio Sánchez y unos historiales no demasiado impolutos? ¿Y qué tal si nos ponemos a hablar de los independentistas? El panorama se complica aún más.

Distraídos vamos a estar hasta las próximas generales, eso seguro. Y esperemos que todo quede en eso, en una anécdota entretenida. La aritmética parlamentaria es lo que tiene: no importa quién haya ganado las elecciones, ya que mediante pactos entre partidos se puede arrodear por completo el resultado. Y tanto una cosa como la otra tienen sentido. Pero, en adelante, podríamos entrar en un bucle temporal de votaciones-moción de censura-votaciones en el que cada dos por tres cambiemos de presidente como quien cambia de calzoncillos. De hecho, tengo un amigo que se fue el jueves a Egipto, se enteró en el aeropuerto de lo de Sánchez y, cuando vuelva, lo hará en la Era Guapetón, una vez finiquitados los años “marianos”. En un parpadeo, 180 sonoras coces han sacado a don Mariano de la Moncloa. Pero parece que le dio igual, porque incluso se quitó de en medio cuando vio que el asunto se ponía feo, lo cual no me parece aceptable con el sueldo que se le paga (y se le va a seguir pagando en forma de pensión vitalicia). Pero bueno, así era don Mariano.

A Pedro le toca ahora lidiar con "podemitas", "indepes", etc. No todo va a ser encaramarse al poder, también hay que hacer algo útil por el país o, al menos, aparentarlo. Y los amiguetes que se ha agenciado creo que no se lo van a poner fácil. Veremos si su zorrería le ayuda a manejar a todo esta caterva furiosa o, al menos, a no ser un títere en manos de quienes tienen aún más hambre de poltrona y muchos menos escrúpulos que él mismo.

martes, 29 de mayo de 2018

Cariño, estoy embarazado


Hoy se ha montado un revuelo cuando he dicho en la oficina que, gracias a la ciencia, los hombres no tardarán mucho en poderse quedar embarazados, que ya está bien de que esa carga deba recaer siempre en la mujer. Acto seguido, una compañera muy feminista me ha contestado, alterada: “Es que es la biología”.

Eso me ha recordado el famoso autobús de la discordia, que decía que los niños tienen pene y las niñas tienen vagina; y que si naces hombre, te morirás siendo hombre. Pero resulta que la ciencia le ha enmendado la plana a la biología. ¿Y con el embarazo no se puede? Pues claro que sí. Buceado en internet me encuentro este artículo (https://actualidad.rt.com/actualidad/254414-experto-fertilidad-hombres-embarazados-manana) que explica (palabra de científicos) que no hay problema para implantar un útero en el cuerpo masculino. Pues eso. De esta u otra forma, en el futuro no tendrán que ser obligatoriamente las mujeres quienes traigan hijos a este mundo.

Y esta muchacha me replicaba que ella no cambiaría por nada ese vínculo tan especial que tiene el niño con la madre. Pues vale, a lo mejor no somos todas iguales. Ten tú los vínculos especiales que quieras y deja que la ciencia nos permita a las demás liberarnos de ellos si así lo decidimos.

Imaginaos una pareja donde, de común acuerdo, se pueda decidir quién de los dos va a tener un hijo. Porque no creo que sea yo la única a la que no le apetece pasar por esa experiencia. Hay bastantes casos en que el hombre quiere tener hijos y la mujer no. ¿Acaso no facilitaría la cuestión el hecho de que fuera el varón quien lo gestara? Si, además de eso, el vínculo especial se establece entre el hijo y el padre, la mujer se sentiría mucho más liberada y el hombre bastante más comprometido en la crianza de que lo estamos habituados a ver. Porque, no nos engañemos, aún hoy es la mujer la que hace en mayor esfuerzo para sacar adelante a sus vástagos en cuanto a tareas domésticas, noches sin dormir, etc.

A día de hoy es casi una utopía y entiendo que a algunos les chirríe, pero antes tampoco eran posibles los cambios de sexo y actualmente este tipo de cirugías están avanzadísimas. No me gusta la palabra “imposible” y la ciencia ya demostrado de sobra que pocas cosas son inalcanzables

domingo, 20 de mayo de 2018

Marta Robles, ¿tenemos un problema?

19 de mayo de 2018. Boda del príncipe Harry con la actriz Meghan Markle. Retransmisión en directo en DKISS. Marta Robles, Carlos García Calvo y Marc Giró: historia de una chapuza de programa.

No merece la pena enumerar aquí todas la meteduras de pata de los presentadores, sobre todo de Marta Robles, que casi no se había preparado el programa. Me limitaré a dejar un botón como muestra. Si por la mañana la señora Robles preguntaba cuál era el caso Profumo, llamaba “reina madre” a Isabel II y aseguraba que Nivea era una marca española, por la tarde se dedicó a discutir con los tuiteros que habían osado criticar su penosa actuación, pero seguía igual de perdida la pobre, lo cual provocó cierta guasa entre algunos aludidos.



¿De veras Marta Robles aún no se ha dado cuenta de que Sarah Ferguson tiene dos HIJAS? Increíable pero cierto. No obstante lo dejaré aquí, ya que no vale la pena dedicarle más tiempo a este programa ni a esta señora. Cada cual que saque sus propias conclusiones.

jueves, 26 de abril de 2018

Juicio público a “La manada”


No sé para qué queremos tribunales de justicia si ya el ciudadano de a pie se dedica a juzgar y a condenar a los delincuentes desde su sofá. Para ello no necesita saber de leyes ni tener toda la información sobre el caso a su alcance (¿quién ha visto el famoso vídeo de 96 segundos o ha leído el sumario del caso?, ¿alguien conoce a la víctima?), le basta con su propia opinión y con retazos de los hechos de los que va haciendo acopio por las redes sociales, etc. De facto, desde que la noticia de la presunta violación saltó a la palestra, estos 5 individuos ya estaban sentenciados y condenados por una masa de “ignorantas” e ignorantes a los que poco les importaban las pruebas, los derechos de los acusados, las declaraciones de los unos y de la otra, etc. Para estos jueces del Twitter y la pancarta, el proceso legal era totalmente prescindible, como se ha puesto nuevamente de manifiesto tras la condena a 9 años de los acusados.

No seré yo quien defienda a estos tíos asquerosos de “La manada”, pero desde luego no estoy al nivel de un juez, ni siquiera de un abogado de secano, para determinar si la sentencia ha sido más o menos justa. No he visto el vídeo, no he hablado con la víctima ni conozco lo suficiente el Código Penal. Es decir, no tengo ni puñetera idea de lo que pasó esa noche en Pamplona, como tampoco lo saben el resto de ciudadanos, por eso me abstengo de poner a caer de un burro al tribunal que ha juzgado a los agresores. En este país hemos pasado de no poder estar en desacuerdo con una sentencia porque se consideraba desacato, a que la gente se lance a señalar públicamente, insultar y amenazar a un determinado juez cuyo criterio no le termina de cuadrar. Esto no es progreso sino salvajismo. 

Políticos y periodistas también se lanzan a criticar sin saber ni de qué narices hablan, todos se han vuelto de repente expertos en tribunales por obra y gracia del feminismo. Por cierto, que no eran tan expertos cuando el tema de Diana Quer y la prisión permanente revisable. Os devuelvo la receta, hermos@s: estas cosas, mejor dejar que se enfríen, que en caliente no se piensa ni se decide con claridad.

Y es que ya tenemos aquí de nuevo la doble vara de medir. Según el caso de que se trate, hay que lanzarse a la calle y vociferar impunemente que a los jueces cuyas sentencias no nos gustan habría que echarlos a los tiburones. Claro que sí, guapi… 

A mí que no me busquen para estos circos. Si se quiere defender de verdad a la mujer y/o pedir que se modifiquen las leyes, incluso si se quiere mostrar disconformidad con una sentencia, se hace de otra manera, pero espero y deseo que a nadie se le ocurra, por el hecho de ser yo mujer, identificarme con semejantes hordas.

Edito entrada a 06/05/2018 para añadir este vídeo:

martes, 3 de abril de 2018

Pedro Trapiello se pasa con la mantilla


No se asusten, no es que al ilustre periodista le haya dado un flash, se haya clavado la peineta en la coronilla y echado a la calle por Pascuas. No. Es que la pluma se le ha vuelto a ir de madre y ha escrito sobre lo que sabe y lo que no, sobre lo que es y lo que cree haber oído. Eso sí, todo con mucho desparpajo y gracejo personal. Tanto que se pasa de frenada.
Semana Santa de Málaga

Me parece muy bien, don Pedro, que a usted no le agrade la Semana Santa de otras provincias, incluso que sea motivo de guasa y de chufla para su persona todo lo que tiene que ver con ello, que le sorprenda que algunas mujeres asocien mantilla con feminismo y que esté en desacuerdo con la presencia institucional en las procesiones. Todo eso es más o menos comprensible y compartido por otras personas. Pero seamos rigurosos con los datos y no atribuyamos palabras o actos a quienes nada han dicho o hecho. Usted dice que unas manolas feministas de la “Málaga cañí” defienden el salir de mantilla en las procesiones como una conquista de la mujer. No sé si empezar por las formas poco acertadas o por el contenido totalmente incierto. Resulta, don Pedro, que no han sido las manolas de Málaga las que se han manifestado en este sentido, sino que la información de prensa a la que usted se refiere habla de mujeres de Cádiz y de Sevilla, en ningún momento se nombra Málaga. Por lo que parece, no es más que una fijación de usted con dicha ciudad, porque luego dirige sus humorísticas baterías hacia el Cristo de Mena y sus 200 kilos de peso. Comprenderá, don Pedro, que el que puede, puede; y el que tiene la lengua larga y lo demás muy corto, se queda mirando y rabiando, aunque sea desde la otra punta de España. En Málaga gusta la procesión de los legionarios, y mucho: a propios y a extraños; a españoles y a extranjeros. Por cierto, que en estos pagos “manola” significa lo que significa… A ver cómo le explicaría yo sin entrar en muchos detalles… Lo que viene a ser una paja, vamos. Por cierto, que a mí personalmente no me gusta la mantilla, dicho sea de paso: demasiados trapos negros y un soporte extravagante, en mi opinión, pero esa es otra cuestión.

Siguiendo con el asunto, veo que dispara usted en distintas direcciones pero no habla de la Semana Santa de León. Sí, esa tan necesitada de que se le eche una mano porque, a pesar de ser nada menos que de interés turístico internacional, casi no se come una rosca (http://www.ileon.com/actualidad/082678/el-turismo-hotelero-en-la-ciudad-de-leon-cae-por-segundo-ano-consecutivo-ante-el-empuje-de-otras-alternativas). Así que… menos reírse de los de fuera y más arrimar el hombro con los de su tierra, para los que toda ayuda es poca. Y no con ocurrencias pueblerinas como lo del Genarín, que solo atrae las migajas de una horda de borrachos desnortados, sino potenciando todo lo que pueda atraer al turismo de calidad. Y León tiene mucho para venderse bastante mejor de lo que lo está haciendo.

Artículo original de Pedro G. Trapiello

domingo, 25 de marzo de 2018

Si quieres saber quién soy...

Hace poco me he topado con un caso típico de persona de cortas luces y grandes ínfulas. Se trata de una muchacha muy bonita de cara y aparentemente modosa. Empezó a trabajar de cara al público en un establecimiento malagueño y todo fue bien hasta que surgieron los problemas: objetos olvidados en la calle al cerrar por la noche, errores en la caja, falta de compañerismo y de implicación, incapacidad para asumir errores y disculparse… Su primera respuesta era: “Yo no me equivoco, yo he estudiado Biología”. Lo que parece más una contestación de alguien con poco coeficiente intelectual que de una licenciada o graduada. En otras ocasiones, la culpa era del ordenador. Nunca de ella. Cuando finalmente le llegó el despido, expresó con palabras lo que llevaba manifestado tanto tiempo con su actitud: que ese era “un trabajo de mierda” (literal). Romina, querida: si te consideras tan importante y tan preparada académicamente, ¿qué haces optando a empleos “de mierda” que ni siquiera eres capaz de desempeñar correctamente? No esperes llegar muy lejos con esa actitud. En estos tiempos no basta con tener una cara bonita y una licenciatura, hay que ofrecer mucho más para llegar bien alto como tú pretendes. Pero los primeros pasos son la humildad y la sensatez. No sé quién eres ni de dónde proceden esos aires de grandeza pero la vida te va a bajar los humos muy pronto, porque pretendes demasiado para lo poco que ofreces. Me has recordado aquella estrofa que cantaban las Águedas de San Lázaro de Zamora:

Si quieres saber quién soy
y de qué familia vengo,
bájame los pantalones
y verás qué cara tengo.

Si fueras una persona realmente importante, como tú te consideras, no despreciarías a los demás sin antes intentar conocerlos de verdad, porque con mucha frecuencia vas a hacer de menos a quienes valen que tú, tienen más estudios, más categoría y, sobre todo, más sesera. Y quizá no se lo tomen demasiado bien. Piénsalo tranquilamente, anda…


Últimas noticias: a través de una compañera que habló con ella tras el despido, me entero de que la muchacha le dijo que ninguno de los que trabajamos aquí tiene la carrera terminada, lo cual no es cierto, ya que algunos hasta tenemos incluso un posgrado. También le dijo que el nuevo director de la empresa (un muchacho joven con carrera, dos másteres y que está cursando el doctorado) tenía títulos fantasma...

Parece que en España no hubiera obtenido nadie un título universitario hasta que llegó ella... En fin... Va a ser verdad que igual la chica era una narcisista de manual. Mejor cuanto más lejos.