lunes, 23 de diciembre de 2013

A Caballé el “Gordo” le ha tocado… las narices

La insigne soprano Montserrat Caballé dice hoy sentirse molesta con el aspecto que muestra en el anuncio del “Gordo” de la Lotería que este año ha protagonizado junto a otros ilustres cantantes españoles. Muchos días ha tardado en manifestarse “la soberbia”, pues el citado spot llevaba semanas “castigándonos” con fotogramas más propios de una película de terror que de una llamada a la ilusión propia de la Navidad.

En este tiempo, la red se ha llenado de vídeos-parodia y de fotomontajes de todo tipo a cuenta de los gestos espasmódicos que exhibían Caballé y Raphael. Este último parece que todavía no ha dicho “esa boca era mía”, nunca mejor expresado, aunque no salió más airoso del trance que la primera.

La sin par Montserrat apunta al maquillaje como causa y asegura que el resultado ha sido cómico, aunque la mayoría lo calificaríamos de tragicómico o, directamente, de espantoso. Pero me sorprende que no se haya dado cuenta hasta ahora. ¿Por qué no ha hablado antes? Dado su prestigio, podría haber exigido otro trato y habernos ahorrado, de paso, semejantes escenas. No obstante, si el objetivo era dar la campanada antes de Nochevieja… lo han conseguido con creces. Por cierto, y aunque los responsables se sigan negando a decirlo públicamente, insisto: ¿cuánto ha costado esta broma?

domingo, 3 de noviembre de 2013

Oviedo tiene la mejor catedral de España

Aun a riesgo de ganarme la enemistad de algún seguidor de este blog, voy a contar mi opinión acerca del reciente concurso de Antena 3 “Ayúdanos a elegir la mejor catedral de España” (http://www.antena3.com/noticias/cultura/aydanos-elegir-mejor-catedral-espaa_2013100800063.html).

Para empezar, diré que el título del concurso me parece poco adecuado, por no decir directamente “cateto”. ¿Por qué? Pues porque es un error pretender elegir la mejor entre edificios de estilos muy diferentes. Sería más correcto hablar de la mejor catedral gótica, la mejor renacentista, etc. Aunque más adecuado aún hubiera sido decir: “Vota por la que más te guste, por tu favorita” o algo parecido, puesto que mucha gente carente de conocimientos de Arte ha votado por la que le parecía más bonita. Y, en general, la mayoría votamos por la nuestra [si hemos tenido la suerte (?) de que estuviera en la lista].

Dicho esto, paso a explicar el motivo que me impulsó a escribir este artículo. Ya el 8 de octubre aparecía en el Facebook de Antena 3 Noticias la foto de la catedral de Oviedo como imagen de dicho concurso (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10151948764559427&set=a.192805609426.127350.98444249426&type=3&src=https%3A%2F%2Fscontent-a-mad.xx.fbcdn.net%2Fhphotos-prn2%2F1374984_10151948764559427_1369681072_n.jpg&size=480%2C300) y en Twitter la cadena invitaba a la gente a que propusiera catedrales como finalistas de cara a la posterior votación. Recuerdo que tanto León como Jaén eran las que más se nombraban y ambas, junto a 17 catedrales más (incluida la Sagrada Familia de Barcelona, que no es catedral a pesar de sus muchos méritos arquitectónicos), resultaron finalistas. Oviedo lo era desde un primer momento y siguió siendo la imagen del concurso.

Según la web de Antena 3 Noticias, las votaciones comenzaban el 16 de octubre y finalizaban el 1 de DICIEMBRE. Se podía votar una vez al día y desde varios dispositivos. Y ahí que nos lanzamos a votar y a animar a otros a que lo hicieran. Creo recordar que Murcia iba en cabeza en un principio hasta que fue adelantada por Jaén durante unos días y últimamente era León la que llevaba la delantera con decenas de miles de votos de diferencia. Hasta aquí todo más o menos normal…

Pero de la noche a la mañana (el 30 de octubre por la tarde aún era León la más votada), se adelanta Oviedo; acto casi seguido, Antena 3 establece una nueva fecha del fin de las votaciones (1 de noviembre en vez de 1 de diciembre) y da por terminado el concurso. El asunto es, cuando menos, curioso. Igual de curioso que resulta sumar los votos de cada catedral y comprobar que no coinciden con el número total de votos que aparece en la parte superior de la web.

Los leoneses están que trinan; los jiennenses, más discretos, parece que no dicen nada o casi nada; y hay una palabra bastante fea que se repite sin cesar aquí y allá que es “tongo”.

Yo  no voy a entrar en si una catedral es mejor que otra ni más bonita ni nada parecido puesto que, como he dicho antes, no son comparables entre sí por pertenecer a estilos diferentes, y creo que todas aportan riqueza artística a este país, albergan tesoros de gran valor y debemos sentirnos orgullosos de ellas. No sé que intereses se ocultaban detrás de este concurso, si es que los había. Solo quiero dar la enhorabuena a Oviedo y manifestar que si la intención era promocionar esta catedral, relativamente poco conocida, bastaba con hacer publicidad de ella, un buen reportaje, mostrar esas maravillosas piezas que guarda su Cámara Santa y hablar de la mucha historia que acompaña a este edificio. Sinceramente creo que no hacía falta organizar un concurso tan… dejémoslo en “extraño”, que deja a Antena 3 en mal lugar y a muchos internautas mosqueados.

martes, 8 de octubre de 2013

El cliente nunca lleva la razón

Esto es lo que parecen pensar los responsables de algunos hoteles, restaurantes, bares, etc. de este país a tenor de lo que a veces se lee como respuesta a alguna crítica en TripAdvisor.

Suelo utilizar este portal para informarme sobre la valoración de otros usuarios de hoteles y restaurantes. No siempre se consigue obtener una idea exacta del establecimiento en cuestión, pero sí ayuda en líneas generales. Desde hace un tiempo dicha web también incluye respuestas de los establecimientos a las opiniones vertidas por los clientes, y dichas respuestas no son siempre las más adecuadas. Para ser más precisa diré que suelen ser más adecuadas en el fondo que en la forma, principalmente cuando el cliente ha salido muy descontento del establecimiento.

Me explicaré con más claridad. En ocasiones pueden leerse opiniones muy negativas, incluso agresivas y despiadadas con el negocio de que se trate. Y como respuesta, con relativa frecuencia obtienen de este comentarios insolentes, poco educados o carentes de comprensión con la situación de ese cliente. Yo no soy de las que piensan que “quien paga manda”, porque me parece una vulgaridad, pero sí creo que quien paga merece la mejor atención posible. Y también pienso que el buen comerciante sabe encontrar el modo de agradar al cliente y de contentarle en caso de que este último no se sienta satisfecho. Lo peor que puede hacer un establecimiento con un cliente descontento es ponerse farruco, porque no sirve de nada: el cliente no vuelve más y seguirá hablando mal de negocio -con más ganas si cabe- allá donde tenga oportunidad. Para colmo, dichas quejas y dichas respuestas en Internet puede leerlas todo el mundo, por lo que la gente puede hacerse una idea del talante de los distintos protagonistas. Y es siempre el establecimiento el que debería tener sumo cuidado en que su imagen no salga doblemente dañada.

Para ilustrar mi argumento, pondré algunos ejemplos de respuestas poco adecuadas a clientes descontentos: “Esa no es forma ni manera de opinar”, contestaba alguien de un hotel gallego a una señora furiosa con la habitación que le había caído en suerte; “… el precio no está determinado por esta relación cliente/camarero, sino por la calidad de los productos que se emplean…”, responde un afamado restaurante Andaluz a las quejas de otro cliente descontento con el trato recibido; con cierta frecuencia también se ven respuestas del tipo “esa es su opinión”. Son solo algunas muestras de contestaciones desafortunadas por parte de los establecimientos.

Con esto no quiero decir que al cliente haya que darle la razón en todo aunque no la tenga, ¡ni mucho menos!, pero hay que saber tratar con él en lo bueno y en lo malo. El establecimiento tiene derecho a defenderse pero siempre con mucha diplomacia, reconociendo los errores si los hay realmente y sin comentarios poco educados que puedan dañar su propia imagen, máxime si se trata de un negocio que goza de cierto prestigio. El lector no tendrá mucha dificultad en poner a cada uno en su lugar a poco que lea unas líneas. La prepotencia y el querer quedar por encima a toda costa no es buena política, entre otros motivos, porque no ayuda a mejorar. Y de cada crítica que alguien hace, siempre se puede aprender. Trabajar de cara al público supone aprender a lidiar con todo tipo de personas y de circunstancias sin que la imagen del negocio se vea perjudicada por ello.

Es un grave error suponer que un cliente descontento no puede hacer nada frente a un negocio de prestigio y bien valorado por la mayor parte del público. El buen comerciante sabe que cada cliente cuenta, que el buen nombre hay que trabajárselo a diario y no deja perder la oportunidad, por nimia que parezca, de que se hable bien de su establecimiento. Por eso, y porque son miles de personas las que leen los comentarios que a diario se escriben en webs como TripAdvisor, se debería escoger con bastante cuidado a la persona encargada de responder a las críticas de los clientes, de modo que este medio sea un atril más desde el que pregonar las bondades, el buen hacer y el afán de superación de cada establecimiento, que en definitiva es de lo que se trata.

martes, 27 de agosto de 2013

Comida vegetariana: prueba de fuego para los cocineros

Falafel / Фалафель ¡casero! Ayer fui a comer a un restaurante vegetariano que me había sido muy recomendado por unos familiares. Se trataba del cuarto restaurante de este tipo al que acudía, y mi experiencia había sido satisfactoria o muy satisfactoria en las anteriores ocasiones. Pedí un primero de verduras variadas con garbanzos; una lasaña de espinacas, requesón y pasas de segundo, y kéfir de postre. También pedí un zumo pero me dijeron que no tenían zumos embotellados. Supongo que tampoco los tenían naturales, puesto que no me ofrecieron esta opción.

Me traen el primer plato y empiezo a comer. Las verduras estaban simplemente cocidas, pero eso no tenía que significar necesariamente que no fueran sabrosas. Sin embargo, algunas tenían exceso de sal y todas ellas se encontraban sobre una mini piscina de aceite. Es decir, saladas y/o pringosas. Ningún otro tipo de condimento ni de salsa ni de nada. Para entendernos: un plato soso y mal cocinado.

El segundo, la lasaña, era mejor. No excelente pero sí bastante bueno. En cuanto al postre, viene el camarero de la cocina y me dice que el kéfir se está haciendo y que no está disponible, que elija otro poste. Así que escogí una tarta de fruta. Por desgracia, dicha tarta solo tenía unas láminas de fruta por encima y todo lo demás era una masa con mucho sabor a masa y muy poca azúcar. Un menú de 6,50 de nota (suelo valorar numéricamente las comidas de los restaurantes a los que voy) por 12,50 €.

Dicho todo esto, añadiré que solo uno de los cuatro vegetarianos en los que he comido hasta ahora me ha parecido inmejorable (se encuentra en Torremolinos, Málaga): con platos deliciosos, postres exquisitos, zumos preparados en el momento con las frutas y/o verduras escogidas por el cliente y un mejor precio (sobre los 10 € el menú). Los demás restaurantes, bien; y este último en el que he estado, bastante mediocre. Y es que cocinar verdura, a lo sumo acompañada de productos lácteos o de huevo, no es sencillo si se quiere conseguir platos sabrosos. Sin embargo, no es imposible ni mucho menos cuando se tienen la imaginación y la habilidad necesarias.

Esas mismas verduras que ayer tomé, hechas a la parrilla con la cantidad justa de sal y servidas con un toque de aceite y quizá también de alguna salsa de fruta, hubieran podido resultar deliciosas. En cuanto a la tarta, quizá con más fruta y/o sustituyendo la masa por bizcocho u hojaldre se habría logrado un resultado óptimo.

Los médicos recomiendan comer más frutas y verduras y, poco a poco, los restaurantes de este tipo se van abriendo paso y cuentan con mayor número de adeptos, que no necesariamente han de ser vegetarianos. Por desgracia, muchas personas aún conservan la idea de que comer verdura es soso, triste y deja un mal sabor de boca. Establecimientos como estos, con un buen cocinero al frente, pueden hacer cambiar esa opinión si tienen la capacidad de conseguir grandes sabores sin emplear carne ni pescado en sus platos. Y es que cocinar es también un arte. ¿Qué? ¿Nos hacemos un “vegeta”?

domingo, 25 de agosto de 2013

Gagarismos

La última noticia que leo sobre Lady Gaga es que no ha conseguido que la gente vea su nuevo vídeo tanto como ella esperaba y quería y que, además, parece que recurre a prácticas poco ortodoxas para “hacer ruido” en la red. Realizó el lanzamiento de “Applause” antes de la fecha oficial por cuestiones de marketing y todo indica que, de cualquier modo, ha errado el tiro.

No soy seguidora de esta cantante, ya que nunca me ha parecido muy buena, y solo hay una canción suya que me guste de verdad: “Alejandro”. Su nombre artístico ya me pareció cutre y poco original desde el primer día y su música tampoco la considero una maravilla dentro de su género. Cuando Lady Gaga saltó a la fama, muchos se apresuraron a decir que era la nueva Madonna y que la veterana cantante no tenía mucho que hacer frente a esta nueva revelación del mundo musical. A día de hoy parece que se va demostrando que eso no es cierto, que Gaga hace mucho marketing y menos música, y ofrece más extravagancia que calidad. Pero si, además, es capaz de hacer prácticamente lo que sea para conseguir que la gente vea sus vídeos (cuentras de Twitter falsas, visionado en bucle del vídeo colgado en Youtube, etc.), es que sus creaciones por sí mismas no consiguen llegar al público y lo sabe. Y a mí no me extraña.

Las extravagancias de Madonna siempre han sido más inteligentes y medidas, mientras que Gaga va “a saco” haciendo “cosas raras”, como diría mi madre. La música de Madonna siempre tiene una altísima calidad, mientras que la de Gaga es más bien del montón. Si a eso le añadimos su poco atractivo físico, el resultado es que tiene que ingeniárselas para vender la moto. Y lo consigue, pero ¿durante cuánto tiempo más?

miércoles, 21 de agosto de 2013

“Que se joda Cristina Cifuentes”

Esto es lo que han manifestado muchos internautas a través de Twitter desde que ayer se conoció la noticia del grave accidente sufrido por la delegada del Gobierno en Madrid cuando circulaba en su moto por el centro de dicha ciudad. Incluso, algún wikipedista "con chispa" (o achispado) se apresuró a añadir en su biografía el 20 de agosto de 2013 como fecha de su defunción.

Los que le desean todo tipo de pestilencias, aprovechando su delicada situación actual, argumentan que la actitud de ella ha sido similar en el pasado hacia los manifestantes (brutalidad policial), y la reprenden por haber sido atendida en un hospital público. Amparados en el anonimato, en muchos casos, y en que desearle la muerte a alguien no es delito, hay quienes no han dudado en pasar horas encadenando “chistes” de todo tipo a su costa. Algunos de derechas tampoco se han quedado cortos con sus epítetos y se han puesto al mismo nivel frente a los primeros.

El espectáculo al que asistimos en torno a esta señora no deja de ser sorprendente si tenemos en cuenta que cuando a muchos se les pregunta acerca de la pena de muerte, manifiestan su total oposición a tal práctica. Dicho de otra manera: que se muera, que se muera pero por azar, o por mal karma como han apuntado numerosos twitteros. O expresado de otra forma: un individuo que ha matado a 20 personas en Estados Unidos no tiene por qué ser pagado con la misma moneda (la coletilla habitualmente obviada es: “puesto que a mí no me afecta”), pero esta tía sí que merece lo peor. (Que conste que a mí la pena de muerte me parece una burrada innecesaria). Resumiendo, parece que volvemos a lo mismo: los buenos y los malos, los míos y los tuyos (es decir, los de mi partido y los del tuyo, izquierdas y derechas). Pero ¿todavía seguimos en esas?

Yo no soy de derechas ni de izquierdas, ni de UPyD ni de su p… madre. Lo que hay montado en este país de cuchufleta no lo arregla ningún partido sino medidas que eviten los desmanes de quienes se hacen con el poder, y una mayor participación del pueblo. Mientras esto no se entienda así y no se proceda a ejercer un mayor control sobre nuestros gestores públicos, estaremos cambiando de collares a los mismos perros.

En tanto que eso llega (nos va a costar uno y parte del otro), no le deseo la muerte ni grandes penalidades a nadie, ni me alegro de que las sufra. Entre otras cosas porque eso no soluciona los problemas. Quizá la gente se quede “tan a gustito” así, pero no deja de ser consolarse con bien poco. Lo que sí deseo es que esta experiencia traumática le sirva para reflexionar, darse cuenta de sus errores y mejorar como persona, lo cual sí puede ser beneficioso para ella y para los demás. Lo otro no es más que una pérdida de tiempo, una crueldad inhumana y un afán de protagonismo basado en querer quedar mal.

martes, 20 de agosto de 2013

Ask.fm: del curioseo al ciberacoso

Estos días se ha publicado la noticia del suicidio de una adolescente británica tras haber sido acosada en la red social Ask.fm. Y van cinco. Los responsables de dicha red ya han manifestado que pondrán en marcha las medidas necesarias para evitar que estas situaciones se repitan: mayor visibilidad de la opción “denunciar” con una subcategoría específica de acoso, posibilidad de bloquear usuarios, más personal destinado a moderar los comentarios, entre otras. Algunos anunciantes, como Vodafone, han retirado la publicidad de esta red e, incluso, el primer ministro inglés ha invitado a los internautas a boicotear aquellas webs que permiten el ciberacoso.

Así las cosas, para poder escribir sobre ello con más conocimiento de causa, he creado una cuenta en dicha red —de la que no había oído hablar hasta ahora— y he entrado a echar un vistazo.

Me ha llamado la atención que, en cuanto entras, ya te tienen preparada una batería de preguntas sobre tu vida y tus gustos. Es como cualquier perfil en otra red pero basándose en un interrogatorio directo. A continuación, me voy a la sección de hacer preguntas a otros usuarios y veo que aparece la opción “pregunta anónimamente” marcada por defecto (se puede desmarcar), lo cual creo que incita, en mayor o menor medida, al curioseo malsano, es decir, a escondernos para meter la nariz en lo que no nos incumbe. Dicho de otro modo, para qué voy a ocultar mi identidad si mi intención es hacer preguntas corrientes.

En general me parece una red destinada a adolescentes —puesto que no he encontrado a nadie conocido—, sin mucha sustancia e inofensiva salvo que se le quiera dar un mal uso. También he visto que están presentes algunos clubes de fútbol, varios restaurantes y poco más.

Dicho todo esto, sería conveniente tratar el tema del ciberacoso. No creo que dicho fenómeno sea achacable a una sola red social, ni siquiera tiene por qué limitarse a este tipo de páginas, ni tan solo al mundo virtual. Una persona que es acosada en internet, a buen seguro también lo es en su vida diaria, en su colegio o en su barrio. Y una persona acosada en Ask, también puede serlo en Twitter, por ejemplo. En esta última red, vemos a diario insultos y amenazas incluso de muerte a personas conocidas. No obstante, todas las medidas que ayuden a minimizar y a localizar y sancionar a los acosadores son bienvenidas, principalmente cuando se trata de menores de edad. Internet tiene que poder permitir combinar la libertad y el cierto anonimato que le caracteriza con el control de posibles hechos delictivos, lo cual no parece sencillo a priori pero tampoco es imposible. Hace falta también que la justicia actúe a tiempo con las medidas adecuadas cuando este tipo de hechos ocurran, antes de que sea demasiado tarde. Pero ni tan siquiera en la vida real es así, puesto que no es sencillo por diferentes motivos aunque, una vez más, tampoco es imposible.

Por último, respecto a los anunciantes que retiran inmediatamente su publicidad cuando surge algún escándalo, como ha ocurrido también recientemente con el programa televisivo El campamento, yo me atrevería a ver en dicho alejamiento repentino una maniobra de marketing más, aunque no dudo de su buena intención al querer distanciar su marca de sucesos tan graves y dolorosos. No obstante, creo que anunciantes tan potentes deberían conocer a fondo los medios (televisiones, programas, páginas web, etc.) en los que insertan la publicidad: sus características, trayectorias y posibles peligros (en el caso de Ask.fm no estamos ante el primer suicidio) para no verse envueltos en este tipo de escándalos, de los que quizá no siempre se pueda estar seguro de salir ileso.

viernes, 2 de agosto de 2013

Expediente Moto X

Ayer se presentó Moto X, el smartphone de Google y Motorola. Y hoy he podido leer lo que publican los diarios acerca de él. Los titulares auguraban una gran revolución tecnológica en el mundo de la telefonía móvil pero, leyendo con detenimiento el contenido de la noticia, me da la sensación de que se trata de más de lo mismo: mucha chulería y poca chicha. Lo siento, pero desde que me compré el iPhone (aún me duele el bolsillo) parece que estoy en guerra con los teléfonos de última generación, aunque en realidad no sea así.

El Moto X tiene el reconocimiento de voz de las Google Glass, se activa con el movimiento y se pueden personalizar sus carcasas (¿esto no pasaba ya con los "ladrillos" de finales de los 90?). Es decir, chorraditas. Lo único que a primera vista veo más o menos de provecho es el bajo consumo que se supone que tiene, el reducido precio del que hablan (unos 130 euros) y los 10 megapíxeles de su cámara (si tiene buena óptica, estupendo). Por lo demás, lo de siempre un poco mejorado.

Pero sigo echando de menos una conectividad sencilla y total con el ordenador, de la que no hablan; poder almacenar en él y utilizar a discreción todo tipo de archivos, a lo que tampoco hacen referencia; la personalización del contenido del dispositivo, no de su apariencia; y aplicaciones de una calidad bastante más decente, pero eso ya son otros López. Puestos a pedir… navegación por internet similar a la del ordenador, Flash…, etc. Pero a día de hoy parece que eso es querer el cielo.

Sigo esperando un ordenador de bolsillo que nunca termina de llegar del todo. Y sigo insistiendo en que no creo que sea tan difícil de fabricar. No busco un móvil para “bacilar con los colegas” sino para trabajar con él, y supongo que no soy la única. Sé que llegará, lo que no sé es hasta cuándo tendremos que esperar.

(Agradecería opiniones de gente que adquiera este nuevo móvil cuando se ponga a la venta)

lunes, 22 de julio de 2013

¿Mujer contra mujer?

Esta mañana me desayuno con la imagen de la derecha, que me llega a través de una página de Facebook llamada “Lo mejor en estilo de vida para la mujer” de la que NO soy seguidora (https://www.facebook.com/pages/Lo-Mejor-En-Estilo-De-Vida-Para-La-Mujer/1399728736907255).
Me doy cuenta de que se trata de publicidad (una dieta para quitar barriga en poco tiempo), algo a lo que no suelo prestar atención. Pero en esta ocasión me ha sido imposible no fijarme en el cuerpo de esa muchacha. Primero, porque a primera vista parece un fotomontaje: todo en ella se ve normal menos ese abdomen escuálido y musculoso. Y, después, porque de ser una foto real me resulta de lo más repulsiva.

La imagen cuenta con más de 600 “me gusta” y unos 120 “compartidos” de no sé cuántos rincones del mundo. Desconozco si dicha página es fiable o no, ni me importa. Lo que no entiendo es por qué hay quienes aún sostienen que un saco de huesos tiene belleza. Buscando en hemerotecas me encuentro con la noticia de que, por ejemplo, H&M quería hacer retoques a las fotos de Beyoncé para adelgazarla de cara a una campaña de bikinis (¡Por Dios! Una mujer con cuerpo de mujer, ¡qué vulgaridad!), pero ella se negó (menos mal).

Sin embargo, este no es problema de una marca en concreto, y se trata de un tema espinoso y difícil de tratar con la gente del mundo de la moda. Recuerdo que, en una ocasión, un diseñador español al que se le preguntó en este sentido respondió que ellos solo reflejaban lo que había en la calle. Y yo, sinceramente, no suelo encontrarme tantos huesos paseando por las aceras, pero en fin… Teniendo en cuenta el poder de la imagen y de la publicidad, lo lógico es pensar que son ellos quienes tratan de imponernos sus antiestéticos e irracionales cánones. La pregunta, una vez más, es por qué. Y, bueno, la respuesta la sabemos más o menos pero no es políticamente correcto decirla.

Algunas modelos atribuyen su excesiva delgadez a la madre Naturaleza, que las ha dotado de una genética y un metabolismo envidiables que, en muchos casos, las mantienen así sin necesidad de hacer ejercicio. Yo cambiaría el término “envidiables” por el de “anormales”, pero tampoco es correcto hoy en día decir esto. Mientras no se colme el vaso, todo seguirá como está. Lo más peliagudo radica en que además de antiestético, es insano.

De este modo, la anorexia y la bulimia siguen ahí y aumentando, aunque últimamente se hable menos de ello. ¿No deberían tomar verdaderas cartas en el asunto tanto los profesionales de la Sanidad como los gobiernos para poner fin de una vez a esta soberana estupidez que tantos sufrimientos está causando? Quizá nadie se atreve a coger el toro por los cuernos: ¿un mundo que mueve mucho dinero?, ¿personas de mucha influencia?…

¿Y las mujeres? ¿Acaso no ven que este machismo solapado no tiene pies ni cabeza? ¿No queremos ser libres y modernas? Recuerdo a una compañera de máster que era obesa pero con una cara perfecta, preciosa: una andaluza de ojazos negros y rostro de imagen. Pues nadie de la clase dijo nunca que fuese guapa: la guapa oficial era una alta con apariencia de modelo, delgada (no esquelética, desde luego), agraciada sin ser bella y con marcas de acné. Una chica agradable aunque del montón. Pero, claro, es que ser gordo en esta sociedad es algo horrible. Hay que ver cómo nos han atornillado el arquetipo de belleza que debemos aplaudir.

Como ya he dicho, el problema seguirá su curso hasta que la situación se haga insostenible, como siempre. Mientras, los que hace años ya abordábamos la cuestión en estos términos, seguimos predicando en el desierto o callando para evitar broncas que poco (nada) van a solucionar. ¿Hasta cuándo, compañeras?

(Nota: el título del artículo carece de toda intención lésbica)

domingo, 21 de julio de 2013

Marca Espanya, con eñe

Al segundo de a bordo de la Marca España "lo han dimitido" por twittear «Catalanes de mierda. No se merecen nada», a pesar de haber pedido ulteriores disculpas como se ve en la imagen adjunta. Unas disculpas, por cierto, algo confusas ya que parecen un “sí pero no” y un “no pero sí”, fruto seguramente de su turbación posterior a la cagada (puesto que de heces iba la cosa). Confusas también puesto que dice “me voy” cuando en realidad lo han puesto de patitas en la vía pública: «Margallo destituye fulminantemente a Juan Carlos Gafo», dice el titular de La Vanguardia. Una pena, ya que nos habíamos hecho la ilusión de que alguien dimitía en este país.

Pero vayamos a los motivos que condujeron a este promotor oficial de España a soltar semejante improperio. Según él, todo se debió a unas pitadas catalanistas contra la bandera española. Y, claro, Gafo, españoleador de profesión (ex españoleador ahora) se sintió ofendido y reaccionó sin pensárselo dos veces, de mala manera y en público (internet).

Y digo yo, sabiendo que a Urdangarin lo han pillado por los e-mails, que a Rajoy puede que lo trinquen por los SMS y que de la señora Hormigos mejor ni hablamos… ¿cómo es posible que aún haya personajes públicos capaces de electrocutarse de este modo con la tecnología? Igual es que no llegan más arriba los más listos, quién sabe… Pero este ya es tema para otro artículo. Por otro lado, el ver que a alguien se le destituye fulminantemente quizá abra otra vía de esperanza para los ciudadanos de un país en el que no hay forma de levantar los culos de nuestros representantes de sus respectivos sillones ni tapizándoselos de higos chumbos.

Ingenuidades aparte, esto no pasa de ser una mera anécdota que pone de manifiesto, de nuevo, que una cosa es lo que se dice o hace oficialmente y otra lo que se piensa en realidad. Ahí tenemos, por ejemplo, el caso del jefe de Tráfico de Girona, pillado conduciendo a 160 km/h. Esto me recuerda aquello de “cumplir y hacer cumplir”. Lo segundo todos lo llevan a rajatabla —aquí no nos deslizamos nadie—; respecto a lo de cumplir… hay que ser muy responsable, muy formal y tener mucha vergüenza para predicar con el ejemplo. Y yo me pregunto, ¿tenemos a personas con este perfil defendiendo los intereses de nuestro país?

miércoles, 17 de julio de 2013

Huevos con chorizo para desayunar

Érase que se era una portada de La Gaceta en plena crisis política, con los bolsillos tiesos y las esperanzas perdidas. En un aciago 17 de julio, esta cabecera de vanguardia nos regala la vista y nos castiga el estómago con una inenarrable visión de los bajos de un torero retirado. Bueno, retirado parece que no, porque ha vuelto a la carga con toda la artillería. Eso sí, cubierta con una mano y con la pátina de trágica solemnidad que le proporcionan sus dos compañeros de portada: Rajoy y Rubalcaba. Para los más rezagados y aún vírgenes en esta cuestión, lo diré crudamente puesto que la realidad en todo caso supera mis humildes palabras: Jaime Ostos enseña una herida “de guerra” con la mano derecha al tiempo que se tapa las canicas con la izquierda. La dantesca escena solo ocupa las tres cuartas partes de dicha portada, el resto está dedicado a asuntos de actualidad que ahora pasan a un segundo plano “por cojo…”, perdón, por imperativo de la noticia. Rajoy apunta con un dedo a Rubalcaba y este aguanta estoicamente el chaparrón, puesto que también los “triunfos” del torero le señalan desde su elevada posición.

Os recomiendo hacer una búsqueda en Twitter al respecto. Basta con poner “Jaime Ostos” (https://twitter.com/search/realtime?q=jaime%20ostos&src=typd) y podréis leer los más jugosos y profundos análisis de la cuestión: “Ostos muestra la marca España”, “Ostos oculta los recibís de Bárcenas”, y se habla de lo que se ha perdido Interviú, de las ingles brasileiras del protagonista y de cuántos internautas no van a poder desayunar o echar la siesta hoy… Incluso los más espabilados han hecho varios fotomontajes.

Me gusta esta nueva línea editorial de La Gaceta. La crisis con humor se sobrelleva de otra manera, dónde va a parar. ¿Para qué tapar las vergüenzas de este señor con un trapo o un tanga? El diario celebra el 50 aniversario de la cornada de Tarazona por todo lo alto (o lo bajo, según se mire). Lo único que me preocupa es que mañana se conmemora el alzamiento de Franco, ¿serán capaces estos de celebrarlo retirando la pudorosa mano y mostrando al interfecto presentando armas?

domingo, 14 de julio de 2013

La quincena de Mario Conde



Como sabemos, Telecinco ha emitido la miniserie de dos capítulos “Los días de gloria” basada en el libro homónimo del ex-banquero Mario Conde. Dichos capítulos iban acompañados de sendos debates periodísticos y de una entrevista al interesado, ofrecido todo ello al espectador como “La noche de Mario Conde”.

Tuve oportunidad de ver el primer capítulo, aunque no la entrevista ni el debate posteriores y no puede ver nada del segundo programa. Gracias a internet, he podido subsanar la primera cuestión y también ver el segundo capítulo pero no el programa que lo acompaña ya que, por alguna razón, Telecinco no termina de colgarlo en la web destinada a ello. Algunos sugieren que el motivo es el solemne cabreo que se ha cogido el protagonista después de que la cadena, según él, eliminara una importante secuencia de la miniserie, ofreciera como directo lo que era grabado e introdujera el tema de la muerte de su esposa en el debate (su twitter aún echaba humo hace pocas horas).

Así las cosas, opinaré de lo que he tenido oportunidad de ver. La miniserie es, según Conde, bastante fiel a los hechos reales, con conversaciones literales entre los protagonistas de los hechos. Y mi primera impresión es que Mario Conde era un hombre tan inteligente como osado. Él mismo asegura en la entrevista que no creía que tuviera que pedir permiso para entrar en ese nuevo y exclusivo mundo de la banca, puesto que por derecho podía entrar. También me llama la atención el modo en que reaccionaba a las críticas de algunos periodistas. Por ejemplo, Beatriz Cortázar, que opinaba que la caída de Conde se debió a que no era tan listo como él creía ni los otros tan tontos como él pensaba. El ex-banquero pareció tocado en su ego y aprovechó la primera oportunidad para intentar dar caña a Cortázar cogiéndola en una supuesta contradicción.

Como recordaremos, Mario Conde fue condenado por la Audiencia Nacional, más condenado aún por el Tribunal Supremo y solo el Comité de Derechos Humanos de la ONU dictaminó que España había vulnerado el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York. Pero no voy a opinar sobre las cuestiones legales del asunto, puesto que no soy experta en la materia, solo aspiro a dar mi visión de los hechos como ciudadana de a pie. Y así, desde esta distancia, me da la impresión de que el brillante y osado Conde se metió en una cueva de lobos. No digo que él no lo fuera también, no lo sé, pero sí que los demás vieron en él un peligro y a buen seguro, como dice el libro, aunaron esfuerzos para pulverizarlo. En cierto modo es comprensible. Como dije en otro artículo, nuestra Democracia a la hora de la verdad no es tan democrática como debiera ser. Y parece que siempre existen medios oficiales u oficiosos por los que quien tiene la sartén por el mango puede imponer sus normas.

Recuerdo que mi profesor de Gestión Comercial decía que tuvo la oportunidad de conocer a Conde y que tenía tal carisma y era tan envolvente que después de estar un rato con él era casi inevitable echarse la mano al bolsillo para ver si faltaba algo. Todo esto lo contaba en tono jocoso, pero creo que refleja bien parte de ese temor y recelo que podían sentir hacia él los peces gordísimos de nuestra sociedad. Máxime cuando hemos comprobado, dolorosamente, la mediocridad reinante entre quienes ostentan cargos de poder y decisión. Dicho de otra manera: llega un tío como Conde, con una inteligencia muy superior a la media, con un carisma arrollador, con objetivos que no coinciden con los tuyos y que no solo no se amilana fácilmente sino que va a por todas y te acojonas, pero bien. Pero yo solo soy, como dije, una ciudadana de a pie, quizá no tendría que ser así en las altas esferas (¿o sí?).

No sé si Conde quería entrar en política o no, aunque también hubiera estado en su derecho; no sé si su condena se ajustó o no a Derecho, pero sí creo que hubo de haber muchos interesados en fulminarlo antes de que fuese demasiado tarde.

Como él mismo decía en la entrevista, jugó la partida hasta el final. Quizá le perdió la soberbia que con frecuencia acompaña a las mentes brillantes y creyó que podría alcanzar sus objetivos eliminando sin excesiva dificultad los obstáculos, pero se equivocó. Hubiera sido aún más inteligente prever los acontecimientos, que se veían venir, y dar un golpe de timón en su vida para no perderlo todo, tanto por él mismo como por su familia. Pero creo que eso no hubiera encajado con su personalidad de ganador.

Sigo a la espera de ver el debate que acompañó al segundo capítulo y que debería estar colgado en esta dirección: http://www.telecinco.es/tvmovies/mario-conde/noche-mario-conde-on-line_2_1634880006.html Como ya he dicho, Conde se queja de que este debate trató el tema de la enfermedad de su esposa, cuando la miniserie no toca dicho asunto en ningún momento. Hasta que no vea el vídeo no podré saber si se habló de ello de pasada o si los profesionales del cotilleo ahondaron en la herida, supongo que ya por pura deformación profesional. Quizá sería interesante tratar este punto en otro artículo.

miércoles, 10 de julio de 2013

Chupinazo, pitón y pulpos



Circula por la red un vídeo de los Sanfermines de este año donde se ve a una chica a hombros de un muchacho enseñando un pezón y siendo objeto de magreo por parte de otros chicos circundantes. No se aprecia si hay consentimiento o rechazo de la interesada. Basándose en estas imágenes, algun@s feministas hablan de violencia de género, sin aportar más pruebas que dichas imágenes. No saben quién es ni la han buscado para conocer su versión, ni se sabe por qué se le ve el pecho, ni quiénes son los muchachos ni nada de nada. El artículo feminista al que hago referencia argumenta que las mujeres nunca lo harían si un chico les enseñase sus partes nobles.

No es la primera vez que en unos Sanfermines se ve a una chica levantándose la camiseta para enseñar sus encantos en plena vía pública; no es la primera vez que la gente se emborracha en estas fiestas y hace locuras; y, por el momento, tampoco hay noticia de ningún tipo de denuncia de la “afectada” por estos hechos.

Algunas lo tenemos muy claro: no nos metemos en aglomeraciones de borrachos ni les enseñamos las tetas en plena calle, no por timidez (faltaría más, a mi edad) sino por si acaso… Quien hace barbaridades entre “bárbaros” pudiera ser objeto de su barbarie (o no, todo es probar suerte).

Así las cosas, el debate a cuenta de dicho artículo está que arde. Y recomiendo su lectura, porque hay opiniones para todos los gustos. No faltan hombres que aseguran haber sido magreados por mujeres en parecidas circunstancias, feministas que no están de acuerdo con la visión que se da del asunto y defensores a ultranza de los derechos de toda mujer a enseñar los pechos donde le plazca sin que el resto de ciudadanos se inmute. El artículo se llama “Tetas y toros” y este es el enlace: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article54745#forum44003

Solo un apunte más, así de pasada y a modo de conclusión. Tengo muy claro que como algunas mujeres sigan tirando de la cuerda del feminismo de forma insensata, la cuerda se va a romper y desgraciadamente vamos a volver al statu quo anterior. Los hombres buenos se sienten acorralados y así lo manifiestan desde hace tiempo. Digo “los hombres buenos” puesto que con los malos (al igual que con las malas mujeres) no hay quien pueda. Esos seguirán pegando y matando a sus féminas porque no se detienen ante nada. Son los buenos los que están sufriendo las consecuencias de un feminismo mal entendido, que promulga el derecho de la mujer a hacer todo lo que le venga en gana sin que ello pueda tener consecuencia alguna: ni de obra, ni de palabra ni tan siquiera de pensamiento. Más parece una venganza que una verdadera búsqueda de la igualdad. Y las revanchas no engendran equilibrio sino más ira, contenida o finalmente desbordada.

viernes, 21 de junio de 2013

Los 30 años de prueba de la “Demo” han expirado


Más de treinta años hemos tardado en empezar a darnos cuenta de que esta democracia no es lo que nos vendieron o, simplemente, lo que debería ser. Ni mandamos, ni prosperamos, ni somos iguales ante la ley ni se cumple todo aquello que debiera comportar un sistema político justo como ha ser, per se, la Democracia. Algunos llevamos tiempo diciéndolo y, en todos estos años, se nos ha tachado de radicales cuando pedíamos más justicia o control; de ignorantes cuando, con nuestras pocas luces, constatábamos que la presunta igualdad no era tal; y de otras muchas lindezas parecidas (antisistemas, retrógrados, dictadores…) solo por manifestar lo que hoy es un clamor popular: que nos la han colado plegada. ¿Por qué ahora y no antes si la corrupción, el abuso, el expolio y el vapuleo llevan lustros castigándonos? Pues porque, por fin, consiguieron desplumarnos casi por completo.

Estamos sin una perra y los casos de corrupción salpican a todas las instituciones por lo que, aunque tarde, hemos abierto los ojos (¡y de qué modo!). Cuando se instaló la democracia, todo era esperanza y buenas intenciones: se abría una nueva era de gobierno del pueblo, igualdad y prosperidad para todos. Ahora vemos lo errados que andábamos. Y no porque la democracia no sea un buen sistema de gobierno, que lo es, sino porque muchos de nuestros representantes, ávidos de dinero y de poder, han hecho escarnio de ella a nuestras expensas, tras lo cual se han ido “de rositas” o casi.

Los peces gordos siguen teniendo la sartén por el mango, como siempre, y nosotros obedecemos, pagamos (impuestos, sueldos, sobresueldos, enchufes…) y, cada cuatro años, se nos permite votar, es decir, intuir qué partido cuenta con menos sinvergüenzas en sus filas.

La prensa se “autocensura”, lo que, en muchos casos, viene a ser lo mismo que la censura por parte de quienes pueden ejercerla oficiosamente, pero empleando este término mucho más democrático.

En temas importantes, la opinión del pueblo no cuenta. Ya se encargan los más avispados de hacer notar a los demás que ya emitieron su voto en las elecciones y que solo les resta apechugar. Eso sí, con derecho a clamar en el desierto.

Y ya sabemos qué pata arrastra el tema de la igualdad ante la ley… 

Así las cosas, solo me resta decir que este no es una país de pandereta sino de cuchufleta.

sábado, 27 de abril de 2013

iPhone 5: ¿smartphone or small potatoe?


Ya comenté en otra entrada que, en un ataque de pijería inusual en mí, cometí el error de comprar un iPhone. Digo inusual puesto que soy de esas personas que, por ejemplo, utilizan ropa de hace seis o más temporadas siempre que se encuentre en perfectas condiciones y no se salga mucho de la moda actual. ¿Para qué tirar una prenda en buen estado para comprar otra? No me gusta gastar por gastar y me revienta ir de tiendas. No obstante, la tecnología me encanta y aún así procuro ser moderada y no comprar por capricho. Si mi mp3 de 500 megas aún funciona perfectamente, ¿para qué cambiar de reproductor de música?

Bien, pues resulta que yo tenía un teléfono corrientito de hacía ya 4 años y decidí darme el capricho de acceder a lo más puntero en tecnología móvil. Supongo que me influyó el hecho de encontrarme nuevamente en un ambiente pijo y, por alguna razón (equivocada), consideré que debía ponerme a tono, así que me lancé por el iPhone último modelo. Ya aviso de antemano que accedí a esta pijería por la puerta grande de la equivocación. Llevando, como llevo, 15 años en el mundo de la informática y gracias a los ecos que cantaban las excelencias de Apple y que resonaban continuamente a mi alrededor, supuse (muy mal supuesto) que con el iPhone tendría un ordenador de bolsillo. Pocos días después de su adquisición me di cuenta de que había cometido el error del año. Y a día de hoy lo sigo pensando, aunque el cabreo respecto al precio que me cobraron ya se ha atenuado un poco. No obstante, sigo pensando que cuesta más del doble de lo que vale. Y explicaré los motivos.

Solamente para ponerlo en marcha, hay que armar la marimorena: colocarle la nanotarjeta no es sencillo, luego hay que crearse una cuenta de Apple y no sé cuántos detalles más. Media hora o más para echarlo a andar. Cuando lo conseguí, creí haber llegado a la tierra prometida, aunque finalmente resultara ser más árida de lo que imaginaba. Enumeraré lo que yo considero limitaciones de este móvil:

1. Para pasar contenido del ordenador al teléfono hay que “sincronizar” a través del iTunes. Un programa chorra en mi opinión, que recuerda a otros que utilizaban otros dispositivos como cámaras de fotos y demás y que hace tiempo que sabemos que sirven de bien poco. Pasar contenido debiera de ser tan fácil como abrir carpeta del móvil, abrir carpeta del ordenador y mover archivos. Pues no, el iTunes lo complica todo hasta límites insospechados. Supongo que Apple pretende que a los usuarios se les vayan los ojos detrás de los productos de pago (música, etc.) que ofrecen y empiecen a comprar como locos. ¡¡YO SOLO QUERÍA SUBIR UNAS FOTOS!! Menudo jaleo: se me duplicaron las imágenes en el móvil y al tratar de eliminarlas, desaparecieron todas. Un show, así que paso de volver a intentarlo, aunque solo fuera para averiguar qué pasó. No le dedico mi tiempo a lo absurdo.

2. Con la música pasa casi tres cuartos de lo mismo. Quise ponerle un tono de llamada al móvil. Cogí una canción en mp3, la corté por donde me pareció bien con el iTunes, le cambié el formato como ellos indican y al volver a “sincronizar”, NADA, que no hay forma de pasarla al teléfono. Nuevamente, podría investigar más, pero es que esto me parece ya un chiste.

3. El iPhone solo almacena fotos, música y vídeos (que me corrijan si admite algún otro tipo de archivo, porque se me van a humedecer los ojos). Ni pdf ni gaitas. O sea, que toda esa capacidad de almacenamiento, que bien podría ser utilizada para llevar archivos de acá para allá, sirve para bien poco. Un teléfono no es un pendrive, claro, pero estamos hablando de funciones básicas de muchos dispositivos. ¿iPhone no puede cumplirlas?

4. Cometí la osadía de hacer una foto con el móvil y enviármela luego por e-mail para descargarla en mi ordenador (no tenía el cable del teléfono) y editarla (las aplicaciones gratuitas de edición de imágnes son un churro) antes de subirla a internet. La descargué, la edité y me fue imposible guardarla en el disco duro porque me salía una ventana de error. Así que tuve que hacerle una pequeña edición en el teléfono antes de volver a enviármela y entonces ya sí puede terminar de editarla y guardarla en el portátil. En todo este absurdo periplo invertí 20 minutos o más.

5. Se me ocurrió, en un viaje, bajarme una aplicación de una emisora de radio para no aburrirme por el camino. A los cinco minutos de estar escuchándola, el móvil estaba poco menos que ardiendo. Así que salí de la aplicación, busqué mi querido mp3 en el bolso y aparqué mi “maravilloso” smartphone.

6. Las aplicaciones gratuitas disponibles suelen ser una birria. Facebook, por ejemplo, que solo lo uso para gestionar una página por temas profesionales, no permite compartir contenido de otro muro en esa página, solo en el mío personal. Nuevamente, necesito recurrir al ordenador.

7. La batería dura un suspiro. Dicen que más que en el anterior pero, aún así, sigue siendo poquísimo. Cada noche, carga que te crió.

En su favor diré que tiene una buena cámara, extremadamente buena teniendo en cuenta que es un teléfono. Por lo demás, solo puedo decir que me sirve para salir del paso más que para otra cosa. Y para fardar, claro. Pero es que cuando me preguntan por él no puedo evitar echar alguna que otra peste, por lo que el bacile queda en agua de borrajas. No obstante, la gente lo sigue flipando. Y Apple se aprovecha de ello e incorpora las mejoras con cuentagotas cada vez que saca uno nuevo al mercado. Por mi parte, tengo claro que no albergo intención alguna de volver a comprar otro producto de esta marca. No digo que los demás no ofrezcan más o menos lo mismo, pero sus precios no alcanzan a este líder del marketing, porque yo no lo calificaría de otra manera. Se paga marca, no utilidad. Yo buscaba un pequeño ordenador de bolsillo y me he encontrado una small potatoe, es decir, una “papa” pero en inglés, que suena más fino. En esta ocasión, hacer el ridículo me costó 600 machacantes.

viernes, 26 de abril de 2013

A los que siempre nos aburrió Facebook



Paseando por la red, me encuentro con un blog (http://dentrodelacocina.blogspot.com) que habla, entre otros temas, de esta red social tan utilizada en nuestro país y en el mundo. Concretamente, dice que los adolescentes empiezan a aburrirse de ella y que prefieren otras alternativas cibernéticas. Mientras algunos se sorprendan con la noticia, a mí me parece que ya iba siendo hora de que alguien se manifestase en ese sentido.

Yo llegué a Facebook en 2008. Creé una cuenta, eché un vistazo, me pareció que no tenía apenas sustancia y pasé del tema. Por esas fechas, ya llevaba a mis espaldas 10 años navegando por la red y varias páginas web de creación propia, entre otras cosas. Para mí no era más que una versión extremadamente limitada de una página web, con la única ventaja de poder compartir contenido en tiempo real con los conocidos.

Por aquel entonces, Facebook era una jaula de grillos: aplicaciones chorra por doquier (cualquiera podía hacer una con los más absurdos contenidos), perfiles insultantes o despreciativos (incluso amenazantes), y más cuestiones cutres que ahora no recuerdo. Pero de un tiempo a esta parte, Facebook se ha vuelto "serio”, ha dado puerta a muy buena parte de las patochadas y se ha convertido en un buen medio para que empresas, instituciones y similares se den a conocer y compartan información.

Volviendo al tema del aburrimiento adolescente de que habla el blog antes señalado comprendo que, una vez que Facebook ha eliminado el “todo vale”, el cachondeo y el gamberreo, haya mucha gente que se aburra. Pero no sólo puede ser por eso: los jóvenes cada vez están más acostumbrados a utilizar nuevas tecnologías y no se conforman con cualquier cosa. Y Facebook, por ejemplo, desde el punto de vista de manejo, herramientas, etc. sigue siendo “una patata”, como siempre: pocas opciones, un buscador interno lamentable, etc. Y si ya nos vamos a sus versiones para móvil, las limitaciones se multiplican.

Todo esto sin hablar de la cláusula poco menos que abusiva de apropiación y uso (no exclusivo, válgame Dios) de los contenidos que “colguemos” como propios (algunos “listillos” también suben material ajeno sin pedir permiso), eliminando alegremente los derechos de autor.

Dicho todo esto, el éxito de Facebook, en mi opinión, se debe a haber llegado muy a tiempo (el primero cuando internet ya era de uso generalizado); su fácil manejo para cualquier persona (creo que no reñido con muchas mejoras que le vendrían bien); y, principalmente, a la falta de competencia que mejore esta idea básica y rústica y sea capaz de hacer un buen marketing.

domingo, 21 de abril de 2013

Hasta luego, primo



Como churros, oigan. Éxito total, a pesar de una cierta censura que dicen que hay en su distribución. Cuatro ediciones en menos de dos semanas, a 15.000 ejemplares la tirada. Los medios digitales españoles echan chispas, publicaciones como The Telegraph, The Daily Mail, The New York Times o Paris Match se han hecho eco de su contenido, mientras los grandes medios patrios callan. En América Latina también hablan de ello, y mucho. La noticia se ha publicado incluso en idiomas sobre los que no se habían posado jamás mis ojos. Pero la televisión y la prensa escrita españolas, salvo Intereconomía y su periódico, guardan un ¿respetuoso? silencio. En el caso de Intereconomía, periódico y televisión han ido por caminos distintos. Mientras el primero exigía explicaciones por parte de la protagonista, la segunda pasaba muy por encima de la cuestión tachando al autor de oportunista y/o persona deleznable. Pero casi ni “mu” sobre el meollo del asunto. “Temas muy íntimos”, apuntaban unos. “Flagrante violación del secreto profesional”, señalaban otros. “Vomitivo”, sentenciaba una periodista que se sentía incapaz de abrirlo siquiera por la repugnancia que, decía, le provocaba. Y las cuestiones de fondo y sus repercusiones, considerablemente peliagudas, sin tocar.

¿Tienen los españoles derecho a conocer asuntos íntimos que, dada su naturaleza y las características de las personas a las que atañen y de las instituciones a las que dichas personas representan, pueden generar descontento en la población y hasta, incluso, inestabilidad en esas instituciones y, por ende, en el país? Mi teoría es que tarde o temprano todo se sabe y la noticia, aunque ignorada por los medios, ya está en nuestras calles (y en las del mundo) y amenaza con convertirse en un best seller. Algunos periodistas, timoratos en televisión, se desquitan en la red. Hasta su exnovio ha dejado caer algunas palabrejas bastante inquietantes en Twitter, aunque no sencillas de descifrar para quienes no estamos realmente en el tomate. Y aquí hay mucho, demasiado por lo que afirman unos y otros.

No soy yo amante de chismes ajenos, pero no me gusta que me cuelen de matute a personas que pueden provocar aún más problemas en instituciones que, a día de hoy, parecen estar en la cuerda floja a causa de la mala cabeza de sus integrantes. ¡Bueno está el país para más inestabilidades! Pero da igual lo que yo opine, y lo que opinen esos que tantas náuseas dicen sentir: tarde o temprano todo se sabe. Mientras tanto, la interesada guarda silencio. El libro atenta directamente contra su honor y, no obstante, no han tomado medidas legales ni ella ni quienes la amparan. El silencio es la mejor opción, piensan. Callan ellos, callan los grandes medios españoles y se deja correr…

No es la primera caja de pandora referente a su pasado que se destapa, ni será la última, pero quizá sí es la que más repercusión ha tenido hasta ahora, a pesar del silencio que parece reinar, por la relación de la protagonista con el autor y por las pruebas documentales que el libro aporta. Pruebas de hechos que, sotto voce, mucha gente ya conocía.

Pero advierten que hay más,mucho más, y peor. Por tanto, la huida hacia delante no es la mejor solución. A veces, el ambientador no es suficiente: es preferible abrir puertas y ventanas y limpiar la casa, para que la suciedad no se acumule.

viernes, 25 de enero de 2013

Con crisis pero de marca

Si no hablo de ello, me da un “algo”. Estaba yo esta misma semana en el vestuario de un spa de pueblo, cambiándome ya para salir (el agua caliente y los chorritos me dejan K.O., que es lo que necesito de vez en cuando). Fuera había un grupo de parroquianas de diferentes edades que habían acudido para hacer gimnasia acuática, y andaban contando cotilleos: “¿Te has enterado de que Olvido ya ha sido abuela?”, decía una. Y la otra se sorprendía con la noticia. Y otra más decía que a ella le encantaría tener la casa llena de niños. Y alguna comentaba lo caros que salen los churumbeles hoy en día, que sólo en médicos se le iba un pastón con los suyos. Y otra argumentaba que eso dependía de los padres: ni lo de antes ni lo de ahora, que no se les podían dar todos los caprichos. Y una de las anteriores respondía que a veces la sociedad te obligaba a ello. Pero la que “acusaba” a los padres decía que no. Y la que apostaba por la presión social se ratificaba en sus afirmaciones. Así que el tema se fue desarrollando: resulta, inocente de mí una vez más, que los adolescentes tienen que vestir de marca para poder integrarse en el instituto. Y eso lo decía una señora de un pueblo que mide dos micras cuadradas, con todos mis respetos a esa localidad. Por pocas se me seca el bañador de golpe al oír semejante disparate. La señora seguía con su argumentación y aseguraba que su niño de 10 años aún no tenía esos problemas, pero que el otro sí: que si no vestía de marca se metían con él y no se podía integrar en un grupo.

¡La madre que nos parió! No, si ya había yo oído campanas, pero tan de lejos que no sabía ni dónde. Alguien me había dicho que una señora andaba fregando escaleras como una descosida para poder comprarle a su hijo adolescente ropa de marca. Pero no se me ocurrió pensar que el motivo fuera este. ¿Estamos locos o es que nos gusta hacer el gilipingas todo el año y no solo en festivos? ¿Con los tiempos que corren y estamos en esas? ¡Padres sensatos y exprimidos, uníos! De modo que tenemos una crisis que nos come vivos y hay que vestir a los niñatos de marca…

Pero es que este asunto se puede tratar desde otra perspectiva. Resulta que todo el mundo odia a los pijos, o eso va por ahí diciendo la mayoría de la gente: “Qué asco de pijos”, que si los ricos tal, que si los ricos cual, etc. Pero ahí tenemos a nenes hasta de pueblos perdidos de España reivindicando la pijería (¡y en tiempos de miseria!). ¡Padres normales y acogotados, uníos! O sea, que odiamos a los ricos y bla, bla, bla pero queremos imitarlos aunque eso suponga que reventemos a los padres trabajando o la familia se quede en números rojos a mediados de mes.

No digo yo que en todos los institutos sea igual ni que todos, todos los chavales estén en ese plan, pero es que pocos o muchos me parece impresentable. “Son cosas de la adolescencia”, dicen algunos. Ya, como enchufarse al frasco, tomar “pastis” o echar “kikis” desde los 11 años. Pero igual no es lo más sano ni para su cuerpo ni para su mente. Los jóvenes no tienen la culpa, puesto que son fácilmente manipulables por el marketing, la moda, los medios de comunicación o por cualquier liante que los coja por banda. Los padres tampoco son directamente culpables, porque terminan siendo víctimas también y, no obstante, son los que tienen edad y cabeza para reconducir a sus vástagos. Por eso digo: “¡Uníos!”. Hoy se trata de vestirse de marca, ¿y mañana? Si quieren marcas, que se las ganen aportando algo: comiéndose los libros, ayudando en la casa o trabajando de canguros. De otro modo, los cutre-pijos de hoy serán mañana adultos parásitos que no podrán hacer frente a la vida.