Como sabemos, Telecinco ha emitido la miniserie de dos
capítulos “Los días de gloria” basada en el libro homónimo del ex-banquero
Mario Conde. Dichos capítulos iban acompañados de sendos debates periodísticos
y de una entrevista al interesado, ofrecido todo ello al espectador como “La
noche de Mario Conde”.
Tuve oportunidad de ver el primer capítulo, aunque no la
entrevista ni el debate posteriores y no puede ver nada del segundo programa.
Gracias a internet, he podido subsanar la primera cuestión y también ver el
segundo capítulo pero no el programa que lo acompaña ya que, por alguna razón,
Telecinco no termina de colgarlo en la web destinada a ello. Algunos sugieren
que el motivo es el solemne cabreo que se ha cogido el protagonista después de
que la cadena, según él, eliminara una importante secuencia de la miniserie, ofreciera
como directo lo que era grabado e introdujera el tema de la muerte de su esposa
en el debate (su twitter aún echaba humo hace pocas horas).
Así las cosas, opinaré de lo que he tenido oportunidad de
ver. La miniserie es, según Conde, bastante fiel a los hechos reales, con
conversaciones literales entre los protagonistas de los hechos. Y mi primera
impresión es que Mario Conde era un hombre tan inteligente como osado. Él mismo
asegura en la entrevista que no creía que tuviera que pedir permiso para entrar
en ese nuevo y exclusivo mundo de la banca, puesto que por derecho podía
entrar. También me llama la atención el modo en que reaccionaba a las críticas
de algunos periodistas. Por ejemplo, Beatriz Cortázar, que opinaba que la caída
de Conde se debió a que no era tan listo como él creía ni los otros tan tontos
como él pensaba. El ex-banquero pareció tocado en su ego y aprovechó la primera
oportunidad para intentar dar caña a Cortázar cogiéndola en una supuesta
contradicción.
Como recordaremos, Mario Conde fue condenado por la
Audiencia Nacional, más condenado aún por el Tribunal Supremo y solo el Comité
de Derechos Humanos de la ONU dictaminó que España había vulnerado el Pacto de
Derechos Civiles y Políticos de Nueva York. Pero no voy a opinar sobre las
cuestiones legales del asunto, puesto que no soy experta en la materia, solo
aspiro a dar mi visión de los hechos como ciudadana de a pie. Y así, desde esta
distancia, me da la impresión de que el brillante y osado Conde se metió en una
cueva de lobos. No digo que él no lo fuera también, no lo sé, pero sí que los
demás vieron en él un peligro y a buen seguro, como dice el libro, aunaron
esfuerzos para pulverizarlo. En cierto modo es comprensible. Como dije en otro artículo,
nuestra Democracia a la hora de la verdad no es tan democrática como debiera
ser. Y parece que siempre existen medios oficiales u oficiosos por los que
quien tiene la sartén por el mango puede imponer sus normas.
Recuerdo que mi profesor de Gestión Comercial decía que tuvo
la oportunidad de conocer a Conde y que tenía tal carisma y era tan envolvente
que después de estar un rato con él era casi inevitable echarse la mano al
bolsillo para ver si faltaba algo. Todo esto lo contaba en tono jocoso, pero
creo que refleja bien parte de ese temor y recelo que podían sentir hacia él
los peces gordísimos de nuestra sociedad. Máxime cuando hemos comprobado,
dolorosamente, la mediocridad reinante entre quienes ostentan cargos de poder y
decisión. Dicho de otra manera: llega un tío como Conde, con una inteligencia
muy superior a la media, con un carisma arrollador, con objetivos que no
coinciden con los tuyos y que no solo no se amilana fácilmente sino que va a
por todas y te acojonas, pero bien. Pero yo solo soy, como dije, una ciudadana
de a pie, quizá no tendría que ser así en las altas esferas (¿o sí?).
No sé si Conde quería entrar en política o no, aunque también
hubiera estado en su derecho; no sé si su condena se ajustó o no a Derecho,
pero sí creo que hubo de haber muchos interesados en fulminarlo antes de que
fuese demasiado tarde.
Como él mismo decía en la entrevista, jugó la partida hasta
el final. Quizá le perdió la soberbia que con frecuencia acompaña a las mentes
brillantes y creyó que podría alcanzar sus objetivos eliminando sin excesiva
dificultad los obstáculos, pero se equivocó. Hubiera sido aún más inteligente
prever los acontecimientos, que se veían venir, y dar un golpe de timón en su
vida para no perderlo todo, tanto por él mismo como por su familia. Pero creo
que eso no hubiera encajado con su personalidad de ganador.
Sigo a la espera de ver el debate que acompañó al segundo
capítulo y que debería estar colgado en esta dirección: http://www.telecinco.es/tvmovies/mario-conde/noche-mario-conde-on-line_2_1634880006.html Como ya he dicho, Conde se queja de que este debate trató el tema de la
enfermedad de su esposa, cuando la miniserie no toca dicho asunto en ningún
momento. Hasta que no vea el vídeo no podré saber si se habló de ello de pasada
o si los profesionales del cotilleo ahondaron en la herida, supongo que ya por
pura deformación profesional. Quizá sería interesante tratar este punto en otro artículo.
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