Me traen el primer plato y empiezo a comer. Las verduras
estaban simplemente cocidas, pero eso no tenía que significar necesariamente
que no fueran sabrosas. Sin embargo, algunas tenían exceso de sal y todas ellas
se encontraban sobre una mini piscina de aceite. Es decir, saladas y/o
pringosas. Ningún otro tipo de condimento ni de salsa ni de nada. Para
entendernos: un plato soso y mal cocinado.
El segundo, la lasaña, era mejor. No excelente pero sí bastante
bueno. En cuanto al postre, viene el camarero de la cocina y me dice que el
kéfir se está haciendo y que no está disponible, que elija otro poste. Así que
escogí una tarta de fruta. Por desgracia, dicha tarta solo tenía unas láminas
de fruta por encima y todo lo demás era una masa con mucho sabor a masa y muy
poca azúcar. Un menú de 6,50 de nota (suelo valorar numéricamente las comidas
de los restaurantes a los que voy) por 12,50 €.
Dicho todo esto, añadiré que solo uno de los cuatro
vegetarianos en los que he comido hasta ahora me ha parecido inmejorable (se
encuentra en Torremolinos, Málaga): con platos deliciosos, postres exquisitos, zumos
preparados en el momento con las frutas y/o verduras escogidas por el cliente y
un mejor precio (sobre los 10 € el menú). Los demás restaurantes, bien; y este
último en el que he estado, bastante mediocre. Y es que cocinar verdura, a lo
sumo acompañada de productos lácteos o de huevo, no es sencillo si se quiere
conseguir platos sabrosos. Sin embargo, no es imposible ni mucho
menos cuando se tienen la imaginación y la habilidad necesarias.
Esas mismas verduras que ayer tomé, hechas a la parrilla con
la cantidad justa de sal y servidas con un toque de aceite y quizá también de
alguna salsa de fruta, hubieran podido resultar deliciosas. En cuanto a la
tarta, quizá con más fruta y/o sustituyendo la masa por bizcocho u hojaldre se habría logrado
un resultado óptimo.
Los médicos recomiendan comer más frutas y verduras y, poco
a poco, los restaurantes de este tipo se van abriendo paso y cuentan con mayor
número de adeptos, que no necesariamente han de ser vegetarianos. Por
desgracia, muchas personas aún conservan la idea de que comer verdura es soso, triste
y deja un mal sabor de boca. Establecimientos como estos, con un buen cocinero
al frente, pueden hacer cambiar esa opinión si tienen la capacidad de conseguir
grandes sabores sin emplear carne ni pescado en sus platos. Y es que cocinar es
también un arte. ¿Qué? ¿Nos hacemos un “vegeta”?