En primer
lugar, la falta de coordinación entre los diferentes cuerpos y fuerzas de
seguridad del estado, algo inadmisible jugándonos todos lo que nos estamos
jugando: LA VIDA. Ante semejante peligro no hay cabida para chuminadas
políticas, y perdonen la expresión. Todos somos Cataluña y ellos están en el
mismo barco que nosotros, con independencia o sin ella. Así que más nos vale a
todos dejarnos de disputas pueblerinas y cooperar en temas de prevención del
terrorismo, por la cuenta que nos trae.
Y luego
están los dichosos bolardos, esos que de haber estado instalados hubieran
dificultado la entrada en las Ramblas de la furgoneta de marras. Qué bajeza
moral –argumenta la alcaldesa de la capital catalana–, la de quien le recrimina
su amplia sonrisa en la concentración en honor a las víctimas, esa en la que
todos (reyes incluidos) tenían unas caras que les llegaban al suelo… Qué bajeza
moral la de quien la acusa de no haber protegido suficientemente una zona de la
ciudad que era un más que posible objetivo de estos terroristas (fuente: la CIA)…
Qué bajeza moral la de quien le pide algo más que lagrimitas y encogimientos de
hombros…
Dicho de
otra manera: qué cara más dura la de esta señora que sabiendo el peligro que corría
la zona, no la protegió adecuadamente; qué cara más dura para decir que si se
protegen los extremos de las Ramblas, los laterales quedan desprotegidos; qué
cara más dura para decir que no se pueden poner bolardos porque impiden el paso
de ambulancias, etc. ¿¿Se ha creído que somos tontos?? Pues mire usted, Excelentísima
Señora alcaldesa, si hay que poner bolardos a lo largo de todas las Ramblas, se
ponen, de esos que suben y bajan, buena mujer, para que puedan pasar vehículos
municipales, ambulancias, furgones policiales, etc. cuando convenga. ¿Ve qué fácil es si se
quiere?
También están
los que dicen (el periodista Antonio Maestre, por ejemplo) que los terroristas
son imparables y que si no hacen ahí el atentado, lo hacen en otro sitio… Claro
que sí, guapi: eso se lo comentas a los familiares de los muertos en las
Ramblas, igual hasta te invitan a cañas.
Tras muchos
tiras y aflojas, la Excelentísima se ha dignado instalar bolardos, a toro
pasado, claro. Pero serán escasos, porque Colau no quiere “cortar nuestra
libertad” (sic)… Como si a los ciudadanos honrados les molestase que una zona peatonal
potencialmente peligrosa estuviese más protegida…
A Colau parece
que le faltan bolardos para proteger a los ciudadanos de su ciudad y le faltan “bolardos”
para reconocer que no tuvo en cuenta siquiera los avisos de la CIA respecto al
peligro que corrían Barcelona y las Ramblas en particular. A ella le bastan
unas lagrimillas, un “quién iba a imaginar…” y unos cuantos reproches para
quienes le están pidiendo cuentas por su clamorosa ineptitud.
Aunque bien
pensado, quizá no le falten bolardos: quizá los tenga todos dentro del cráneo a
modo de sesos.
¿Alguien puede explicarme de qué se ríe esta señora, después de no haber puesto los bolardos, allanando el recorrido a los asesinos? @_AVT_ pic.twitter.com/UBk6pmk09H— David Pérez García (@davidperez) 22 de agosto de 2017