No se asusten, no es que al ilustre periodista le haya dado
un
flash, se haya clavado la peineta en la coronilla y echado a la
calle por Pascuas. No. Es que la pluma se le ha vuelto a ir de madre y ha escrito
sobre lo que sabe y lo que no, sobre lo que es y lo que cree haber oído. Eso
sí, todo con mucho desparpajo y gracejo personal. Tanto que se pasa de frenada.
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Semana Santa de Málaga |
Me parece muy bien, don Pedro, que a usted no le agrade la
Semana Santa de otras provincias, incluso que sea motivo de guasa y de chufla para su persona todo
lo que tiene que ver con ello, que le sorprenda que algunas mujeres asocien
mantilla con feminismo y que esté en desacuerdo con la presencia institucional
en las procesiones. Todo eso es más o menos comprensible y compartido por otras personas. Pero seamos rigurosos con los datos y no atribuyamos palabras o actos a quienes nada han dicho o hecho. Usted dice que unas manolas feministas
de la “Málaga cañí” defienden el salir de mantilla en las procesiones como una conquista
de la mujer. No sé si empezar por las formas poco acertadas o por el contenido
totalmente incierto. Resulta, don Pedro, que no han sido las manolas de Málaga
las que se han manifestado en este sentido, sino que la información de prensa a
la que usted se refiere habla de mujeres de Cádiz y de Sevilla, en ningún
momento se nombra Málaga. Por lo que parece, no es más que una fijación de
usted con dicha ciudad, porque luego dirige sus humorísticas baterías hacia el
Cristo de Mena y sus 200 kilos de peso. Comprenderá, don Pedro, que el que
puede, puede; y el que tiene la lengua larga y lo demás muy corto, se queda mirando y rabiando, aunque
sea desde la otra punta de España. En Málaga gusta la procesión de los
legionarios, y mucho: a propios y a extraños; a españoles y a extranjeros. Por
cierto, que en estos pagos “manola” significa lo que significa… A ver cómo le explicaría yo sin
entrar en muchos detalles… Lo que viene a ser una paja, vamos. Por cierto, que a mí
personalmente no me gusta la mantilla, dicho sea de paso: demasiados trapos
negros y un soporte extravagante, en mi opinión, pero esa es otra cuestión.
Siguiendo con el asunto, veo que dispara usted en distintas
direcciones pero no habla de la Semana Santa de León. Sí, esa tan necesitada de
que se le eche una mano porque, a pesar de ser nada menos que de interés
turístico internacional, casi no se come una rosca (http://www.ileon.com/actualidad/082678/el-turismo-hotelero-en-la-ciudad-de-leon-cae-por-segundo-ano-consecutivo-ante-el-empuje-de-otras-alternativas).
Así que… menos reírse de los de fuera y más arrimar el hombro con los de su
tierra, para los que toda ayuda es poca. Y no con ocurrencias pueblerinas como
lo del Genarín, que solo atrae las migajas de una horda de borrachos
desnortados, sino potenciando todo lo que pueda atraer al turismo de calidad. Y
León tiene mucho para venderse bastante mejor de lo que lo está haciendo.
Artículo original de Pedro G. Trapiello
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